Si el protagonismo del árbitro no hubiera ensombrecido el partido con sus errores sería más fácil valorar al nuevo entrenador. Todo quedó con un gusto a épica con final atroz, que le deja a uno triste.
Cuánto daño van a hacer los árbitros a los equipos en peligro mientras el Atlético de Bilbao ande por ahí abajo.
Con Mané se ha vuelto al fútbol pragmático. Entre la compleja geometría que quería trazar Tintín (y creo que no llegaron nunca a entenderle los jugadores) y el patada a seguir actual... creo que no se encuentra lo que ha sido el mejor fútbol del Español de la última década, que Valverde supo interpretar muy bien en una época: intensidad e inverosimilitud: el juego que habían impuesto Tamudo (diseñador de jugadas inverosímiles donde los haya) y De la Peña, que con sólo tocarla imprimía intensidad al juego.. Luis se había incorporado a esta estrategia de modo genial, Moisés era el contrapunto necesario de la locura: una torre de sensatez, y los demás acompañaban sobre todo con una idea de la intensidad muy clara. Cuando ha desaparecido la capacidad de inverosimilitud del equipo (lo que nunca entendió Tintín, un racionalista nato), la intensidad se ha evaporado también, y ha quedado el equipo ramplón que hemos visto este año.
Cuánto daño van a hacer los árbitros a los equipos en peligro mientras el Atlético de Bilbao ande por ahí abajo.
Con Mané se ha vuelto al fútbol pragmático. Entre la compleja geometría que quería trazar Tintín (y creo que no llegaron nunca a entenderle los jugadores) y el patada a seguir actual... creo que no se encuentra lo que ha sido el mejor fútbol del Español de la última década, que Valverde supo interpretar muy bien en una época: intensidad e inverosimilitud: el juego que habían impuesto Tamudo (diseñador de jugadas inverosímiles donde los haya) y De la Peña, que con sólo tocarla imprimía intensidad al juego.. Luis se había incorporado a esta estrategia de modo genial, Moisés era el contrapunto necesario de la locura: una torre de sensatez, y los demás acompañaban sobre todo con una idea de la intensidad muy clara. Cuando ha desaparecido la capacidad de inverosimilitud del equipo (lo que nunca entendió Tintín, un racionalista nato), la intensidad se ha evaporado también, y ha quedado el equipo ramplón que hemos visto este año.
El problema es: ¿qué jugadores pueden imprimir ahora un nuevo carácter? Luis se ha quedado con el paso cambiado. No sabe a qué jugar. Le han retirado la partitura. Es muy bueno, pero deambula sin papel por la escena. Coro es aún una incógnita: era un genial colaborador en las jugadas inverosímiles, pero aguanta mal el juego ordenado, racional. También le falta descubrir aún cuál es su verdadera personalidad como futbolista. ¿Y los entrenadores? Tintín quería inventarse un Español nuevo: frío, cerebral, dominador, técnico... Mané aplica la receta de los equipos bajos de la tabla. De hecho, no suele fallar.
Habrá que preguntarse: ¿necesitamos no bajar a segunda o crear un estilo de equipo? La respuesta necesaria, tal vez, sea la primera. En segunda no hay estilo que crear. ¿Un campo nuevo para ver al Poli Ejido? Patada al balón y todos a correr detrás ... mientras los árbitros nos dejen ser 11 podremos empatar muchos partidos.
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