sábado, 12 de diciembre de 2009

Barcelona 1, Español 0

En el Camp Nou, y ante un equipo brillante y letal, el Español ha recobrado su identidad desbaratada en las últimas cuatro jornadas. No ha servido de mucho, y el punto trece y los ocho goles siguen, como hace cinco semanas, impertérritos. Las cuestiones prácticas, las numéricas, se han resuelto gracias al capricho de un árbitro. Nada más hay que añadir. Cabe esperar, sólo, que el equipo no se haya resentido del nulo valor de su esfuerzo, concentración y pericia defensiva. Ha faltado de la otra, de la ofensiva, en varias jugadas donde se ha estado cerca. Sólo cerca. Como —desgraciadamente— siempre en los últimos partidos.


Las paradojas, sin embargo, siguen inquietando. ¿Por qué no se juega en Cornellà como se ha jugado en el Camp Nou? (Por cierto, nunca antes el estadio del Barça se había visto tan viejo, sucio y feo, tan mal iluminado y tan expuesto a la intemperie como se ve desde que en agosto el Español inauguró casa). ¿Por qué una alineación no muy distinta a la que recibió cuatro goles la semana pasada del penúltimo hoy no ha dejado pasar ni una sola vez con solvencia a los extraordinarios jugadores del líder? Y, sobre todo, ¿por qué los delanteros del Español no marcan goles? La segunda parte, en la que el Español ha jugado de cara al Barcelona, merecía el sello de un gol. De hecho las oportunidades no han faltado. Los robos de balón, tampoco. Ha habido pases certeros, se ha llegado hasta la línea de fondo con remate, ha habido jugadas en las que un delantero podía escaparse de la defensa rival... y sin embargo, todo ha quedado como cuando el árbitro ha decidido vestirse una de las camisetas del encuentro. De hecho, no es tan difícil marcar goles: la semana pasada nos lo demostró el Racing, ¿por qué sólo le cuesta al Español?

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