En el minuto uno el Almería ha tenido la clave de nuestro sudor y nuestra pesadilla: un disparo de Soriano en la boca de la portería a las manos de Kameni.
Luego el Español, sin jerarquías caducas ni malas historias, ha empezado a reconstruir la identidad perdida en las últimas cinco jornadas: con el desparpajo de Javier Márquez desde el centro del campo hasta el ataque, mostrando que son los más jóvenes quienes señalan el camino que lleva a que el equipo recobre su desbaratada personalidad; con el dinamismo de Joan Verdú que demuestra que son las nueva incorporaciones las que se integran en el grupo y lo dirigen rompiendo esquemas; con Iván Alonso como buque insignia de un equipo que da lo único que tiene de sobras: la entrega. Hoy han funcionado los tres pilares de este equipo, y el resultado no podía ser otro que recuperar la sonrisa de la victoria. «Es un equipo en construcción», ha dicho Pochettino, el arquitecto. Tiene razón, pero ¿cuántas veces ha dudado si los pilares no eran estos sino otros, y ha confundido la construcción y ha quedado el equipo despersonalizado?
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No todo, sin embargo, ha sido armónico. Callejón acumula demasiadas oportunidades muy claras ante la puerta, con lo que se queda sin confirmar el extraordinario potencial que tiene. Hoy tampoco ha sido su mejor día, aguado sin duda por la pierna suelta del portero que ha desbaratado el gol que ya se cantaba tras un remate a bocajarro. Nakamura ha calentado, pero no ha salido: qué bien le iría a este equipo un Nakamura integrado, activo, decisivo, autor de pases como aquel magistral que conectó con el gol de Iván Alonso, que tan necesitado anda de pases solventes, en una de las primeras jornadas de Cornellà. Integrar en el equipo a Nakamura, como lo está Verdú, daría solidez a ese segundo pilar del equipo de Pochettino.
El camino parece trazado. El noviembre negro ha quedado sepultado: el trece era un buen número cuando se alcanzó, cinco jornadas atrás; ahora es un mal recuerdo. Dieciséis es sólo una puntuación de paso. El equipo ha recobrado el aplomo, la imagen, la seriedad. Se podrán perder partidos, evidentemente, pero no la personalidad, como ocurrió ante el Racing. Por cierto, el magnífico gol de Javi Márquez, tras una jugada vertiginosa y pase de Verdú, es el santo y seña que no ha de olvidar el equipo si quiere que le abran la puerta de las victorias.
El camino parece trazado. El noviembre negro ha quedado sepultado: el trece era un buen número cuando se alcanzó, cinco jornadas atrás; ahora es un mal recuerdo. Dieciséis es sólo una puntuación de paso. El equipo ha recobrado el aplomo, la imagen, la seriedad. Se podrán perder partidos, evidentemente, pero no la personalidad, como ocurrió ante el Racing. Por cierto, el magnífico gol de Javi Márquez, tras una jugada vertiginosa y pase de Verdú, es el santo y seña que no ha de olvidar el equipo si quiere que le abran la puerta de las victorias.
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