Los tres errores de la defensa españolista se compensaron con excelentes actuaciones a lo largo del partido. No creo que anoche la defensa lo hiciera mal. Si el Real Madrid no fuera un equipo tan concentrado en descubrir los errores ajenos, casi ni se habrían notado. Más preocupación despierta lo que ocurrió en el área rival. La defensa del Real Madrid atenazó durante todo el partido a nuestra delantera. Llegaron siempre en pésimas condiciones a la línea exterior del área, los blancos cortaron sistemáticamente la alimentación de balones hacia Osvaldo, Luis García, Coro —o Iván Alonso en la segunda parte—. Las ideas, de hecho, no eran malas, hubo varios pases al hueco de cierta inteligencia, pero la defensa blanca se las pilló todas, no dejándose sorprender en ningún momento. Se consiguió centrar, sí, en alguna ocasión, pero siempre en malas condiciones por las buenas coberturas, y el imposible remate se quedó en una pierna que sólo llegó en el deseo de los telespectadores desde la lejanía. La defensa madridista es buena. Nuestra delantera debería haberla puesto en mayores compromisos para estar a su altura. No se jugó mal, pero el equipó —hablando de circuitos— perdió al inicio del encuentro su densidad de líquido que fluye con rapidez y exactitud entre los obstáculos blancos y no logró recuperarla nunca. Se diluyó. Se fue remansando y al balón le costaba transitar de una línea a otra: no había corriente para empujarlo. En la segunda parte parecía que el líquido blanquiazul lograba volver a circular con cierto ímpetu entre el laberinto blanco... pero tal vez hubo más empeño que efectividad, y nunca el suficiente para saltar los muros que trazaban los madridistas con pericia en torno a su portería, mientras su delantera buscaba agujeros en el circuito cerrado de la nuestra. Nos descubrió tres, en una defensa que acabaron dirigiendo dos jugadores con sueldo de juvenil —dos mensualidades de alevín entre fichas de tiburón—. Pochettino insiste en que este es un equipo en construcción. No es una coartada, es la verdad. El año que viene por estas fechas, si no hay nuevos sobresaltos, esta misma alineación no obtendrá el mismo diagnóstico en el Bernabeu.
Un último apunte: nadie habla del Español como fábrica de Áve Fénix de la liga: este mismo año ha permitido que renacieran desde el pozo donde habían caído el Atlético de Madrid, el Rácing, el Osasuna... y anoche Kaká, desahuciado en su equipo y en su casa, marcó un gol de renacimiento. Un ejemplo más de la pródiga generosidad del Español.
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