José Zorrilla fue un poeta natural de Valladolid que tuvo una vida tan bifurcada como el equipo que visitó el campo que lleva su nombre este miércoles de liga. Fue Zorrilla un joven audaz. En el entierro de Espronceda se abrió paso entre personalidades y alzó su voz poética ante el pasmo del cortejo. Al día siguiente todo Madrid se preguntaba quién era aquel mozo tan valiente. Pero luego llegaba a casa, laureado y aclamado, y su padre le recriminaba por ser poeta con insultos directos a fulminar su autoestima —que diría un moderno—. Y así vivió siempre Zorrilla, orgulloso y descarado fuera de casa, pusilánime dentro. El Español parecía anoche más hijo de Zorrilla que los propios pucelanos. Aunque al revés, claro. Previsible e inofensivo en campo contrario, rotundo en casa. Por las noticias que llegan de Valladolid, así se comportó el equipo: sin el empuje necesario para meter dentro de la portería la defensa castellana (de castillo) con el balón entre las piernas. Los aires traen también una nueva crónica negra. Por más veces que he visto, en diversos medios, el gol anulado a Osvaldo (a pase genial de Fernando Marqués —arriba, en la foto—), siempre veo a un defensa por delante del delantero. Se habla también de un penalti no sancionado, pero eso, a estas alturas, ya es hábito. Poco ha sacado este año el Español de sus enfrentamientos con el Valladolid: dos puntos. Zorrilla amedrentado por su histérico padre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario