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Es cierto que el Atlético de Madrid venía de jugar un tenso partido el jueves anterior. Pero también es verdad que había logado superar la eliminatoria, lo que da más empuje a un equipo que el descanso. Tal vez al final algún jugador se haya resentido del esfuerzo, pero el Atlético de Madrid, cuando ha podido, ha mostrado la cualidad incisiva que le caracteriza, y hubiera podido marcar en varias jugadas de la primera parte y en dos clarísimas de la segunda. Si no lo ha hecho, o si no ha dispuesto de otras fisuras donde hundir su juego afiladísimo, su verticalidad y la potencia desbordante de extremos y delanteros, es porque el Español ha bordado en Cornellà un nuevo partido para la memoria. Y nunca hay mejor ejemplo que este: los tres goles de la segunda parte. La primera ha acabado sin anotaciones, pero con una actuación soberbia del guardameta visitante, que ha mostrado también sus habilidades como portero de balonmano, interrumpiendo con las extremidades el destino de varios balones disparados a bocajarro).
Es cierto que el Atlético de Madrid venía de jugar un tenso partido el jueves anterior. Pero también es verdad que había logado superar la eliminatoria, lo que da más empuje a un equipo que el descanso. Tal vez al final algún jugador se haya resentido del esfuerzo, pero el Atlético de Madrid, cuando ha podido, ha mostrado la cualidad incisiva que le caracteriza, y hubiera podido marcar en varias jugadas de la primera parte y en dos clarísimas de la segunda. Si no lo ha hecho, o si no ha dispuesto de otras fisuras donde hundir su juego afiladísimo, su verticalidad y la potencia desbordante de extremos y delanteros, es porque el Español ha bordado en Cornellà un nuevo partido para la memoria. Y nunca hay mejor ejemplo que este: los tres goles de la segunda parte. La primera ha acabado sin anotaciones, pero con una actuación soberbia del guardameta visitante, que ha mostrado también sus habilidades como portero de balonmano, interrumpiendo con las extremidades el destino de varios balones disparados a bocajarro).
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El encuentro ha sido intenso; el Atlético de Madrid, que venía a ganar, suele propiciar el fútbol descarado, impúdico y desatado. El Español, en Cornellà —otra cosa es fuera—, no se arredra. Adelanta líneas, ataca con todo, traza diagonales vertiginosas que buscan la fiabilidad goleadora (por fin, ¡un goleador!) de Osvaldo. Hoy le ha costado más oportunidades de lo normal, pero el segundo, con un cabezazo de inapelable rotundidad, ha sido suyo. Al primero, gol de embrollo, ha costado encontrarle autor, pero al final la atribución a Víctor Ruiz ha resultado un acto de justicia poética a la extraordinaria progresión de un jugador que había empezado la temporada en Segunda B. Y el tercero también ha hecho justicia, en este caso con Iván Alonso, que ha salido en la cola de partido, algo más reconciliado al parecer con su nueva condición de suplente. La amplitud del resultado daba para premiar a casi todos. Sólo ha faltado, como es ya costumbre, un gol de Callejón que le premiara sendas asistencias a los dos primeros goles, con dos centros desde la línea que han destrozado las precauciones defensivas atléticas.
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Especialmente oportuna ha resultado también la táctica ideada por Pochettino para este encuentro. A los excelentes resultados que está dando dejar el centro del campo en manos de Moisés y Baena, hay que sumarle la estrategia de contar en la primera parte con Fernando Marqués, que ha castigado la defensa rival con carreras constantes, y sustituirlo en el inicio de la segunda por un pletórico Verdú, que ha cambiado él solito la fisonomía del ataque, despistando a los derrengados baluartes atléticos, multiplicando las llegadas por el lateral y por el centro. Como el resultado de la táctica ha sido inmejorable, justo es agradecérsela a quien ha imaginado antes el partido que los asistentes hemos visto darle la razón.
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El encuentro ha sido intenso; el Atlético de Madrid, que venía a ganar, suele propiciar el fútbol descarado, impúdico y desatado. El Español, en Cornellà —otra cosa es fuera—, no se arredra. Adelanta líneas, ataca con todo, traza diagonales vertiginosas que buscan la fiabilidad goleadora (por fin, ¡un goleador!) de Osvaldo. Hoy le ha costado más oportunidades de lo normal, pero el segundo, con un cabezazo de inapelable rotundidad, ha sido suyo. Al primero, gol de embrollo, ha costado encontrarle autor, pero al final la atribución a Víctor Ruiz ha resultado un acto de justicia poética a la extraordinaria progresión de un jugador que había empezado la temporada en Segunda B. Y el tercero también ha hecho justicia, en este caso con Iván Alonso, que ha salido en la cola de partido, algo más reconciliado al parecer con su nueva condición de suplente. La amplitud del resultado daba para premiar a casi todos. Sólo ha faltado, como es ya costumbre, un gol de Callejón que le premiara sendas asistencias a los dos primeros goles, con dos centros desde la línea que han destrozado las precauciones defensivas atléticas.
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Especialmente oportuna ha resultado también la táctica ideada por Pochettino para este encuentro. A los excelentes resultados que está dando dejar el centro del campo en manos de Moisés y Baena, hay que sumarle la estrategia de contar en la primera parte con Fernando Marqués, que ha castigado la defensa rival con carreras constantes, y sustituirlo en el inicio de la segunda por un pletórico Verdú, que ha cambiado él solito la fisonomía del ataque, despistando a los derrengados baluartes atléticos, multiplicando las llegadas por el lateral y por el centro. Como el resultado de la táctica ha sido inmejorable, justo es agradecérsela a quien ha imaginado antes el partido que los asistentes hemos visto darle la razón.
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