Hay ciertos nombres de árbitro que con sólo oír que van a pitar un partido ya es para echarse a temblar. Y entre la suma de nombres siniestros hay uno que produce más terror que el más aguerrido delantero rival de la liga (acaso porque marque tantos goles). Y ya no es que se trate de un árbitro que pita mal, no, ojalá fuera sólo eso. Es que el árbitro de hoy es especialista en equivocarse precisamente en las jugadas que valen tres puntos. ¿La razón? ¿Quién puede saberlo? Sea por veleidad o a propósito, el caso es que los goles que no marcan los delanteros, los concretan ciertos árbitros en su cabeza. Porque en el terreno de juego se han visto dos jugadores que se agarraban mutuamente —Pareja estaba con la camiseta levantada, tal vez por efecto de cierzo, habrá pensado el ilustre colegiado— y que han caído los dos. En estas situaciones, cuando se han dado durante toda la liga en el área rival, al Español le han sancionado siempre con una falta en ataque. Cuando se dan en su área, indican penalti, y en este caso, para redondear la injusticia, también expulsión. Son cosas incomprensibles que, sin embargo, ocurren, como la gangrena de un organismo vivo.
miércoles, 5 de mayo de 2010
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