domingo, 26 de diciembre de 2010

Botella en el océano con un blog dentro

En esta bitácora españolista se comentan partidos jugados por el equipo entre diciembre de 2008 y mayo de 2010, pertenecientes a dos temporadas de liga. Forman parte de un antiguo deseo de su autor de escribir aquello que pensaba cuando salía del estadio. Quedó ese impulso, como experiencia de escrituta, agotado en estos dos años. Podría haber descolgado el blog, sin embargo, pensé que en el océano de la red bien podría seguir su destino como una botella con un mensaje. Lo más seguro, como ocurre con todos los mensajes abandonados a su suerte, a quien lo encuentre no le sirva absolutamente para nada. Pero aún así cumplirá un destino: navegar. Con esta entrada se pone fin a la bitácora, al deseo de escribir sobre fútbol y al impulso de hacerlo con el fragor de la grada aún en los oídos. Fue un tiempo hermoso. Que haya muerto le da aún más candor.

lunes, 16 de agosto de 2010

Antología poética, 2

Juan José Téllez
(Algeciras, 1958)
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Juan José Téllez, Las grandes superficies, Visor, Madrid, 2010

domingo, 11 de julio de 2010

Roberto Jorge Santoro (1939-desaparecido en 1977)

1971
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2007
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Roberto Jorge Santoro, el poeta del fútbol

Ariel Scher (Clarín)

Hace veintidós junios, hace horrores inmensos y hace demasiados dolores, a Roberto Jorge Santoro se lo devoró la fuerza más bruta de la bruta historia argentina. Era el primer día del mes y faltaba justo un año para que el dictador Jorge Videla inaugurara el Mundial 78. Santoro trabajaba en una escuela del Once como subjefe de preceptores, un empleo con el que se ganaba la vida en un tiempo en el que la vida de millones era pura derrota. El 1° de junio de 1977 una patrulla del espanto lo secuestró en esa escuela. Desde entonces, como miles, está desaparecido.
Santoro supo contar qué es el fútbol en la Argentina. Periodista y poeta, en 1971 publicó un libro extraordinario al que llamó Literatura de la pelota y que constituye la mayor antología literaria sobre el fútbol del país. Allí juegan juntos los grandes escritores y los cantos de la tribunas. Todo conmueve. En Santoro palpita el fútbol. Lo cuenta su hija, Paula: "Me acuerdo de mi papá en casa de su madre. Está parado al lado de una mesa llena de papeles, ella le ceba mate, está encendida la radio. Mi papá, hincha sufriente de Racing, escucha el partido".

lunes, 24 de mayo de 2010

Antología poética

Germán Carrasco
(Chile, 1971)
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domingo, 16 de mayo de 2010

Temporada 2009-2010

La liga sin Jarque + la primera en el estadio de Cornellà + la agonía de Tamudo y el final del triunvirato + el ascenso en bloque de una generación desde el juvenil = 44 puntos.

¿De dónde han llegado los 44 puntos?

EQUIPOS:

Deportivo 6
Almería 6
Sevilla 4
Athletic 3
Málaga 3
Tenerife 3
Atlético 3
Zaragoza 3
Osasuna 3
Xerez 2
Villarreal 2
Valladolid 2
Sporting 1
Getafe 1
Barcelona 1
Mallorca 1
Real Madrid 0
Racing 0
Valencia 0

El número final de puntos explica, en sí mismo, la clave de esta temporada: 4 / 4, que sumados dan 8, el número del equilibrio. Y en efecto, la piedra angular de esta liga españolista ha sido el equilibrio. Se han obtenido muchos puntos de tantos equipos (3) como de aquellos con los que no se ha puntuado (3), se ha obtenido una victoria con un número similar de equipos (6) de aquellos con los que sólo se ha obtenido puntos en empates (7). Es decir:

+victoria 3 / –victoria 3

Una victoria 6 / Empate(s) 7

Un equilibrio, sin embargo, lleno de paradojas: ¿Cómo se entiende que se consigan 4 puntos del Sevilla, equipo de Champions, y se obtengan 0 del Racing, en la cuerda floja del descenso? ¿Cómo se pueden sacar 6 puntos de la temporada que ha hecho el Deportivo y 2 de la que han hecho el Xerez o el Valladolid? ¿Cómo se puede arrancar el mismo punto al Sporting que al Barcelona? La gracia de este equilibrio liguero ha sido que se ha perdido contra las expectativas en la misma medida que se ha ganado contra esas mismas expectativas.

CAMPOS:

Puntos en Cornellà: 34

Puntos fuera de casa: 10

No se ha producido, sin embargo, el equilibrio estético que proporcionan las porciones idénticas y los objetes similares. La desproporción en la obtención de puntos entre casa y fuera: 34 / 10 indica el filo del cable por donde camina el funambulista. Treinta y cuatro por dos vueltas, hubiera dado 68 puntos, y el equipo estaría en Champions; diez por dos hubiera dado 20 puntos, y el equipo estaría en segunda división. ¿Dónde está el equipo verdadero: en su juego en casa o en su juego fuera de casa? Nos hemos quedado sin saberlo a ciencia cierta.

El Español es al mismo tiempo el doctor Jekyll y míster Hyde. Este año ha cruzado entre la cima y la sima por el filo del cable tendido, en un ejercicio de equilibrios loable; la gran incógnita es, sin embargo: el año que viene, ¿hacia qué lado le empujará el viento de las circunstancias?

Mallorca 2, Español 0

El partido se presentaba con un único argumento futbolístico, la candidatura del Mallorca a la Liga de Campeones Europea, que exigía una victoria y un traspié del Sevilla, que frente al Almería jugaba a la misma hora. Al cabo fue este argumento el que justificó el resultado: el Mallorca debía ganar, y ganó. Ahora bien, por debajo el partido presentaba tramas bien distintas, y destinos paradójicos por ambas partes.
El Mallorca no jugaba contra el Español, sino contra su propio sueño de ser un club normal: con una afición a la altura (numérica) de sus notables hazañas en campo propio, con una presidencia comprometida con el equipo, con una deuda que no atenace el futuro y con un futuro que evite la dispersión del espléndido conjunto que ha llegado a la última jornada con aspiraciones a cuadro de honor. Como está acostumbrado a jugar contra sus propios anhelos de normalidad, lo ha hecho toda la temporada, incluidos los partidos en los que los jugadores no sabían si cobrarían o no su salario, el Mallorca resolvió haciendo lo que sabe hacer: sobreponerse, y ganar. En otros tiempos el Mallorca hubiera merecido un mito que representara esa fuerza épica, sobrehumana. La vida misma se queda boquiabierta frente a la capacidad de superar contratiempos y circunstancias adversas, de superar incluso la pérdida de unos jugadores y la fragmentación en la procedencia de otros; de superar, en suma, cuanto hundiría en el descenso a cualquier otro equipo. El Mallorca ha atravesado la liga como un héroe de la antigüedad, luchando cara a cara contra los dioses iracundos de la economía antes y después de los partidos, y contra los rivales sobre la hierba. Toda su heroicidad, su superación, su batalla desigual, su éxito tuvo el galardón más efímero que se pueda imaginar: durante dos minutos fue recompensada con el triunfo perseguido. Durante dos minutos, desde el final de su partido con el Español, hasta el final del partido del Sevilla, el Mallorca mereció el reconocimiento por el que había tenido que vencerse a sí mismo: estaba en la Champions. Dos minutos de gloria, mientras el Sevilla empataba en Almería y su árbitro no acababa de pitar nunca el final que convertiría el sueño en realidad. La única realidad de los sueños, sin embargo, suele ser la pesadilla, que le llegó al Mallorca en forma de gol sevillista. Y a los demás también nos alcanzó la cruda moraleja de esta historia: al destino nada le importa el heroísmo por sobreponerse a las circunstancias con aplomo y éxito; si lo que está en su mano es descabezar aspiraciones, coge el cuchillo y da el tajo.
El Español tampoco se enfrentaba al Mallorca, sino a su propia sombra. Necesitaba ganar para alcanzarse a sí mismo: los 47 puntos con los que acabó la catastrófica liga anterior —tres entrenadores en el banquillo, media liga en puestos de descenso, y con una sima de once puntos de la salvación—. Pero el Español no ganó fuera de casa, «por no hacer mudanza en su costumbre», y no ha sido capaz este año de pisar su peor sombra. Se queda con 44 puntos. Paradójicamente, sin sufrimiento alguno, en ningún momento de la temporada. Habrá que pensar en otro momento qué nos ha salvado del martirio en el que se debaten cinco equipos que esta tarde se echan a suertes el descenso. En el partido del Mallorca, una vez más, el Español ha mostrado la cara B. A nadie le ha importado mucho: parecía que se jugaba más el Mallorca, aunque en verdad no se ha jugado absolutamente nada, porque el único al que le valían los puntos era al Español, para no tener que mirarse el espejo y descubrir, como el alopécico, que del año pasado a este ha perdido tres puntos. Y de seguir así… la calvicie en fútbol se llama segunda división.

domingo, 9 de mayo de 2010

Español 2, Osasuna 1

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En el metro, de camino al campo, dos abuelitos con nostalgias de Sarrià en las piernas —a diferencia de los jóvenes, ni se preocupaban por cazar un asiento libre durante el largo trayecto— iban comentando lo que se avecinaba. «Camacho —decía uno— ha preparado un equipo de segundones. No se juegan nada». Bueno, al final de la media parte las gradas se preguntaban dónde había ido a parar el guión previsto para este partido: un 0-1 que bien pudiera haber sido un 0 a 3 si los suspiros de alivio del público no hubieran sido tales. Porque el Osasuna llegó con las mismas ganas de jugar que tuvieron contra las cuerdas al Real Madrid buena parte del partido. O al menos para que comprendiéramos los españolistas que aquel era el equipo que había marcado dos goles en el Bernabéu. Y que ya estaba salvado, algo que el Español no podía decir… aún.
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El argumento de la tarde corría peligro. Con este resultado, o algo peor, ¿cómo celebrar la salida al campo, por última vez, de Tamudo? Pero la segunda parte, que en otras ocasiones había desencadenado la catástrofe —la sombra del Valencia y la del Racing parecían emborronar la iluminación de Cornellà—, modificó de nuevo la trama y le devolvió a la noche su guión original. Gol de Forlín —cuya actuación había sido un pequeño despropósito durante toda la primera parte, en la segunda se convirtió en cabina de peaje del juego ofensivo del equipo, imprescindible—, más otro tanto de delantero puro con el que Osvaldo cerró su breve pero intensa campaña goleadora. Ahora ya se podía pensar en fiestas: salió Tamudo al campo.
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.Y hasta pudo marcar un gol. Llegó solo ante el portero, como en una obra de Shakespeare, pero el destino no quiso que su final fuera otro que el que ya fue —aquellos tres goles marcados al Málaga en el último partido de la liga anterior—. Todo lo que ha pasado después de aquella despedida natural ha sido prolongar una agonía. La hipocresía del acto de ayer: Pochettino al incluir al delantero histórico en la alineación y Tamudo al aceptar jugar, fue al cabo, por el entusiasmo de la afición, un acto limpio, altruista y hermoso. Como nunca debería haber dejado de ser. Anoche las gradas corearon el nombre de Tamudo como lo que es: historia del Español. Y le dieron a la presidencia del club una pequeña lección moral: uno no ha de renunciar ni a su historia, ni a su presente.

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miércoles, 5 de mayo de 2010

Zaragoza 1, Español 0


Hay ciertos nombres de árbitro que con sólo oír que van a pitar un partido ya es para echarse a temblar. Y entre la suma de nombres siniestros hay uno que produce más terror que el más aguerrido delantero rival de la liga (acaso porque marque tantos goles). Y ya no es que se trate de un árbitro que pita mal, no, ojalá fuera sólo eso. Es que el árbitro de hoy es especialista en equivocarse precisamente en las jugadas que valen tres puntos. ¿La razón? ¿Quién puede saberlo? Sea por veleidad o a propósito, el caso es que los goles que no marcan los delanteros, los concretan ciertos árbitros en su cabeza. Porque en el terreno de juego se han visto dos jugadores que se agarraban mutuamente —Pareja estaba con la camiseta levantada, tal vez por efecto de cierzo, habrá pensado el ilustre colegiado— y que han caído los dos. En estas situaciones, cuando se han dado durante toda la liga en el área rival, al Español le han sancionado siempre con una falta en ataque. Cuando se dan en su área, indican penalti, y en este caso, para redondear la injusticia, también expulsión. Son cosas incomprensibles que, sin embargo, ocurren, como la gangrena de un organismo vivo.

sábado, 1 de mayo de 2010

Español 0, Valencia 2


Once imágenes del partido de este sábado a las 20:00:
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1.
En la radio hablan de lo apretados que andan los ocho últimos y de cómo entre ellos se encuentran los candidatos al descenso. Entre los ocho equipos que han citado, aunque la salvación aún no es matemática, no está el Español. Felizmente.

2.
A estas alturas de la liga se lleva los puntos siempre quien más los necesita. Quien no puede perder.
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3.
El gigante del Valencia, Zigic, un delantero torpón y desmesurado, que sólo juega bien ante el Español, se lleva él solito los seis puntos que su equipo no veía cómo arrebatar al Español. Igual en la ida que hoy, en la vuelta.
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4.
Osvaldo remata, desde los primeros minutos, varios contraataques durante la primera parte. Pero la pelota no atina. El delantero tampoco.
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5.
Callejón solo delante del César. Mira alrededor, los defensas se han quedado en pose egipcia. El árbitro no pita nada. El portero no sabe qué hacer. Callejón tampoco. Decide que la pelota es una loca enamorada y la comprende: la envía a las nubes. No ha tenido un buen día Callejón. Se ha revuelto bien, ha hecho algún recorte de clase alta, pero las excesivas faltas han acabado con él.
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6.
La defensa juvenil del Español atenaza la peligrosísima delantera valenciana. En varias ocasiones un mileurista le gana la posición al montón de millones que darán, tal vez muy pronto, por Villa. Eso reconforta. Luego, lo de Zigic se considera de otra dimensión.
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7.
El entrenador del Valencia es un auténtico director de orquesta. Cuando Fernando Marqués ha saltado al campo, se ha llevado instintivamente la mano al rostro, ha hecho con ella unos gráficos arpegios, como quien está pensando, ha dado con la clave y ha empezado a cambiar el equipo para dar una respuesta al movimiento táctico. Sacar a Zigic en Valencia fue su genialidad entonces; hoy la ha repetido. Y estas cosas en el fútbol siempre salen bien (recuérdese hace dos temporadas: Jonhatan, delantero con expectativas, sólo marcó dos goles en toda la liga: los dos contra el Getafe). El fútbol es un secreto enamorado de las simetrías.
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8.
Casi toda la defensa y en la segunda parte la mitad del medio campo está en manos de jugadores que empezaron la temporada en el B. Alguno ha estado en el B hasta este partido. Como si Pochettino estuviera pensando ya en la próxima temporada. De hecho, lo que ha de hacer.
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9.
Al árbitro, cuando no se ha atrevido a señalar una falta a Osvaldo que implicaría una expulsión, se le ha pitado. En la mayor parte del partido ha pasado inadvertido (en relación sobre todo a lo que hemos visto en otros encuentros).
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10.
Al equipo le han faltado bandas. Ha girado muy pronto hacia el centro, y la defensa del Valencia es despierta y agresiva. Para las escasas fisuras que dejaban, el númeo de oportunidades ha sido grande. Pero todas han acabado por tierra.

11.
Se podía perder este partido, pero ha amargado un poco el camino de regreso a casa. Después de haber visto los partidos contra el Deportivo, el Sevilla o el Barcelona, uno pensaba que también se podía haber ganado este. De hecho, en la primera parte, se ha estado a punto. En la segunda se ha visto quién necesitaba más los tres puntos. Y se los ha llevado. Dos goles de Zigic, sin embargo, parece renta excesiva.
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(Estrambote: el cruce de almas es siempre, como bien saben los hindúes, que lo practican con frecuencia, temporal. En el caso del intercambio de almas tras el 0 a 0 ha sido también efímero: hoy ya había desaparecido por completo. Aquí y en Villarreal.)
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domingo, 25 de abril de 2010

Almería 0, Español 1

Tras tanto despeñarse fuera de casa entre el mal juego y la mala suerte, la segunda victoria fuera de Cornellà en la liga, y la primera del 2010, ha tenido que llegar en un mal partido, pero con la bonanza a favor. Hasta ha marcado Luis García, de una falta soberbiamente lanzada, algo que hasta hoy ya parecía sólo motivo de nostalgias. De hecho, todo en el partido se ha desarrollado en tono tan bajo (el juego del equipo, la presión del Almería, hasta las faltas de Roncaglia no han merecido nada mencionable, sólo una tarjetita) que la victoria resulta extraña: tantos meses de liga, siete y pico, esperándola, ansiándola, soñándola, que ahora parece que llegue por la puerta de atrás, como si fuera lo más normal y no lo que es: ¡una gesta épica!
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¿Momento exacto en el que Español y Barça intercambian sus destinos?
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El cine de Hollywood ha explotado un argumento que siempre resulta atractivo: dos personas con signos opuestos en esta vida —en general, uno con estrella y otro estrellado— se cruzan casualemente y sus destinos se intercambian. Después del 0 a 0 del sábado con el Barça, el resultado del partido de Champions el miércoles —y el juego del Barcelona, agotado en tratar de mantener la pelota, pero sin saber para qué— y el resultado de hoy —la facilidad con la que se ha ganado sin excesivo esfuerzo— sugieren aquel viejo argumento cinematográfico. El Barça se parecía el miércoles pasado más al Español que a sí mismo; y el Español, sin parecerse al Barça, por primera vez en toda la temporada ha disfrutado de la suerte que sólo acaricia las botas de los tricampeones. ¿Seguirá el cruce de destinos o sólo fue un intercambio efímero, que habrá desaparecido cuando volvamos a encender el ordenador de la realidad?

sábado, 17 de abril de 2010

Español 0, Barelona 0

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El miedo atenaza los equipos, hasta los casi imbatibles. El miedo arrasó el corazón del Real Madrid el sábado pasado, cuando se mostró débil, pusilánime incluso, frente a un Barça empeñado durante todo el partido en trenzar su juego, en imponer su personalidad futbolística, y sólo desde ésta arrasar al rival. El Real Madrid no supo en ese partido nunca qué equipo era y a qué debía jugar, si a defenderse o a atacar. Y dos o tres días después, entre semana, mientras el Español caía con tres goles en contra, el Deportivo fue una sombra en el Camp Nou. Este era el contexto que traía el partido.
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A él se pueden sumar dos datos del inacabable discurso previo. Primero, el presidente del Español recordó la diferencia de trato económico de la retransmisión deportiva a uno y otro equipo, y lanzó una idea: salir a jugar con el equipo B. Brindis al sol... parecía. O no. Un tercio de los jugadores blanquiazules que saltaron ayer al campo empezaron la temporada en el equipo B. Y muchos aún mantienen sus contratos juveniles. Segundo, Guardiola reconoció la dificultad del partido. Y, curiosamente, todos sus movimientos en relación a este derbi fueron de extrema precaución y conservadurismo, desde el hecho de realizar estas declaraciones hasta el inédito gesto que se vio en el campo, en el tramo final del partido, haciendo aspavientos para que sus jugadores ¡bajaran a defender! Verlo y no creerlo.

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El miedo también jugó su papel en el primer derbi de Cornellà. El Barça había tenido la noche anterior una pesadilla: soñó que perdía este partido y se le coló entre sus filas el fantasma del miedo a perder los puntos que necesitaba para mantener solvencia en la cabecera de la liga. Desde hace mucho tiempo (acaso más de un año) que no se veía sobre el césped un Barça tan intranquilo. Nervioso, impreciso, incapaz de construir su juego, faltón —la expulsión cayó de su lado—, malhumorado e impotente. Es decir, con miedo. Era lo más parecido al Real Madrid del sábado anterior. A la situación contribuyó, sin duda, el juego del Español. Supo controlar el cerebro del equipo —Xavi, ahogado por la presión incesante de Forlín— y el latigazo de sus extremidades —Messi, que se vio obligado a ir a recoger la pelota lejos, muy lejos del área si quería acariciarla—. Sin embargo, no pudo el Español —Valdés, Piqué y un poste se lo impidieron— concretar este control y dominio con una victoria.
Ha sido un partido bronco, entrelazado, sin excesivas ocasiones por ninguna de las partes —Kameni apenas tuvo que esforzarse—, pero de una rara intensidad. Un partido eléctrico, chispeante. Estaba una liga en juego, no era para menos. Tan intenso, que el público acabó igual de agotado que alguno de los jugadores que corrieron arriba y abajo durante los noventa minutos.
Sí, el público blanquiazul de Cornellà, sus gradas llenas, las 39.263 personas que vivieron la emoción, acaso lo mejor de la tarde. Cuando se desdibuje el recuerdo de lo poco que futbolísticamente ocurrió en el encuentro, quedará en la memoria para siempre la imagen de la marea blanquiazul cantando y saltando durante todo el partido, incansable como la presión ejercida por sus jugadores ante el que tal vez sea el mejor equipo del planeta. Un sentimiento se construye también así.
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El gol de Tamudo


En horas previas a un Español-Barça hay que hablar. Sucumbo a la tentanción. Ante cualquier derbi barcelonés surge el fantasma del gol de Tamudo. Cada año se añade un matiz a aquel maravilloso gol que empató un partido y le restó al Barça dos puntos que al cabo, pocas jornadas más tarde, resultarían esenciales para perder la liga. Fue un hecho clásico de la historia del fútbol, y los clásicos lo son porque siempre hay que hablar de ellos y reinterpretarlos tentiendo en cuanta todo lo que ha ocurrido en todas las ligas posteriores.
Para mí aquel gol tuvo un valor insólito en la historia del fútbol, y de ahí su carácter clásico. Fue un gol ético. De una dimensión ética que abarcaba toda una liga. De no haberse producido aquel gol de Tamudo, el Barça hubiera ganado el campeonato... con un gol ilegítimo, intodroducido con la mano de Messi como, pasmados, pudimos contemplar no sólo en la retransmisión, sino también al día siguiente en la portada de todos los periódicos: con un estilo de increíble técnica y belleza... de balonmano. Tamudo salvó a la liga española de aquel fiasco monumental. El Barça no ganó ilegítimamente una liga; sí consiguió legalmente un segundo puesto. Tamudo restableció con su gol la ética esencial del fútbol. La historia ha de guardar este gol por su inmenso valor moral.

miércoles, 14 de abril de 2010

Racing 3, Español 1

¿Roncaglia no se podía haber quedado en casa, y ver el partido en el televisor?
Y Pochettino, que dijo que las tarjetas y el derbi no iban a influir en la alineación, ¿por qué no se ha acordado esta tarde de sus palabras a la hora de sacar el mejor equipo para ganar en Santander? ¿Roncaglia era la mejor opción como central? Su desacierto hoy pasma: un penalti absurdo, nos empatan; un error, otro penalti y Kameni expulsado, y nos ganan. Por otra parte, ¿la delantera titular era la más solvente que el entrenador podía elegir? Entonces ¿por qué se ha jugado con mejor sentido cuando han salido dos delanteros suplentes, ya con un hombre expulsado? Las excesivas preguntas son siempre signo de desazón.
Por otra parte, Pochettino podría haber leído estos días El conde Lucanor. Allí, Patronio cuenta como una labradora que iba al mercado con un jarro de miel sobre la cabeza soñaba que lo vendería y compraría, luego vendería y compraría, y tan alegre andaba que empezó a dar saltos y el jarro de miel acabó untando los guijarros del camino. Preservar jugadores por si les sacan una tarjeta que les impida jugar en el derbi es soñar que se vende el jarro de miel: un regalo a los dos rivales, al de hoy y al del sábado —espero que Pochettino lo haya aprendido para futuras temporadas—. Afrontaremos el partido contra el Barça con los jugadores que no han podido ganar hoy, pero sin el portero titular.
Cero puntos y siete goles en contra por uno a favor es el resultado este año del enfrentamiento ante el Racing, uno de los equipos más mediocres del campeonato. Algo falla en el reino del Español.
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domingo, 11 de abril de 2010

Español 3, Atlético de Madrid 0

En el partido del Bernabéu, anoche, los asistentes abandonaban el estadio en masa, mucho antes del final, cuando el 0 a 2 se imponía como una realidad que desbarataba el castillo de los sueños. No era, sin embargo, la derrota lo que más parecía desesperarles: habían acudido a ver al Real Madrid y sólo habían visto jugar al Barça. En las expectativas de un aficionado giran siempre tres ruletas: el resultado, el juego del equipo y el factor simbólico. A veces se pierde y uno sale del campo con un ligero mohín de disgusto. Otras se pierde y se juega mal, y entonces uno abandona su localidad preocupado. Raras veces además la derrota arrasa una ilusión honda, y entonces uno quiere desaparecer cuanto antes. Lo mismo ocurre a la inversa: ganar contenta, jugar bien satisface... Pero hoy, además, al partido extraordinario del Español, en el último suspiro del encuentro, ha tenido la fortuna inmensa —esquiva tantas veces— de merecer también la victoria simbólica: 3 a 0. En la simetría de la jornada, equipos de Madrid contra equipos de Barcelona, el Español no sólo también ha ganado; ha ganado por un gol más. En las puertas, en las calles de Cornellà, en el tren, en el metro... se vislumbraba la plenitud.
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Es cierto que el Atlético de Madrid venía de jugar un tenso partido el jueves anterior. Pero también es verdad que había logado superar la eliminatoria, lo que da más empuje a un equipo que el descanso. Tal vez al final algún jugador se haya resentido del esfuerzo, pero el Atlético de Madrid, cuando ha podido, ha mostrado la cualidad incisiva que le caracteriza, y hubiera podido marcar en varias jugadas de la primera parte y en dos clarísimas de la segunda. Si no lo ha hecho, o si no ha dispuesto de otras fisuras donde hundir su juego afiladísimo, su verticalidad y la potencia desbordante de extremos y delanteros, es porque el Español ha bordado en Cornellà un nuevo partido para la memoria. Y nunca hay mejor ejemplo que este: los tres goles de la segunda parte. La primera ha acabado sin anotaciones, pero con una actuación soberbia del guardameta visitante, que ha mostrado también sus habilidades como portero de balonmano, interrumpiendo con las extremidades el destino de varios balones disparados a bocajarro).
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El encuentro ha sido intenso; el Atlético de Madrid, que venía a ganar, suele propiciar el fútbol descarado, impúdico y desatado. El Español, en Cornellà —otra cosa es fuera—, no se arredra. Adelanta líneas, ataca con todo, traza diagonales vertiginosas que buscan la fiabilidad goleadora (por fin, ¡un goleador!) de Osvaldo. Hoy le ha costado más oportunidades de lo normal, pero el segundo, con un cabezazo de inapelable rotundidad, ha sido suyo. Al primero, gol de embrollo, ha costado encontrarle autor, pero al final la atribución a Víctor Ruiz ha resultado un acto de justicia poética a la extraordinaria progresión de un jugador que había empezado la temporada en Segunda B. Y el tercero también ha hecho justicia, en este caso con Iván Alonso, que ha salido en la cola de partido, algo más reconciliado al parecer con su nueva condición de suplente. La amplitud del resultado daba para premiar a casi todos. Sólo ha faltado, como es ya costumbre, un gol de Callejón que le premiara sendas asistencias a los dos primeros goles, con dos centros desde la línea que han destrozado las precauciones defensivas atléticas.
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Especialmente oportuna ha resultado también la táctica ideada por Pochettino para este encuentro. A los excelentes resultados que está dando dejar el centro del campo en manos de Moisés y Baena, hay que sumarle la estrategia de contar en la primera parte con Fernando Marqués, que ha castigado la defensa rival con carreras constantes, y sustituirlo en el inicio de la segunda por un pletórico Verdú, que ha cambiado él solito la fisonomía del ataque, despistando a los derrengados baluartes atléticos, multiplicando las llegadas por el lateral y por el centro. Como el resultado de la táctica ha sido inmejorable, justo es agradecérsela a quien ha imaginado antes el partido que los asistentes hemos visto darle la razón.
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domingo, 4 de abril de 2010

Getafe 1, Español 1

La radio va dando cuenta de los altibajos del partido. Deprime ver llegar el gol del Getafe: como siempre, pienso. Luego alegra imaginarse el gol de Osvaldo: menos mal, me digo. Después el oyente sueña que el dominio del Español se convierte en otro gol, pero al final teme que la reacción última del Getafe sea la que se lleve el gato al agua, como ha ocurrido tantas veces, sin ir más lejos, en el partido de liga en Cornellà. Montaña rusa. Un punto parece reconfortar al equipo. Cuesta más, no obstante, contentarse al comprobar cómo en cuatro partidos este curso futbolístico contra el Getafe el resultado ha sido dos derrotas y dos empates. No haber podido superar al Getafe, pese a dar en muchos momentos de los cuatro partidos imagen de un equipo muy superior, exige al menos una reflexión.

Español 0, Sporting de Gijón 0

El domingo pasado, hacia las siete menos diez, me pregunté cómo habría acabado el partido del Español. Miré al cielo por ver si había algún designio especial en la luz del atardeder romano, y menos mal que se me ocurrió fotografiar ese instante, porque un amigo me confirmó, un poco más tarde, que la luna me había señalado correctamente el resultado. ¿Fue un buen partido?, quise saber; no, fue la respuesta. La caída de la tarde en Roma, sin embargo, sí fue un espectáculo emocionante.

jueves, 25 de marzo de 2010

Valladolid 0-Español 0


José Zorrilla fue un poeta natural de Valladolid que tuvo una vida tan bifurcada como el equipo que visitó el campo que lleva su nombre este miércoles de liga. Fue Zorrilla un joven audaz. En el entierro de Espronceda se abrió paso entre personalidades y alzó su voz poética ante el pasmo del cortejo. Al día siguiente todo Madrid se preguntaba quién era aquel mozo tan valiente. Pero luego llegaba a casa, laureado y aclamado, y su padre le recriminaba por ser poeta con insultos directos a fulminar su autoestima —que diría un moderno—. Y así vivió siempre Zorrilla, orgulloso y descarado fuera de casa, pusilánime dentro. El Español parecía anoche más hijo de Zorrilla que los propios pucelanos. Aunque al revés, claro. Previsible e inofensivo en campo contrario, rotundo en casa. Por las noticias que llegan de Valladolid, así se comportó el equipo: sin el empuje necesario para meter dentro de la portería la defensa castellana (de castillo) con el balón entre las piernas. Los aires traen también una nueva crónica negra. Por más veces que he visto, en diversos medios, el gol anulado a Osvaldo (a pase genial de Fernando Marqués —arriba, en la foto—), siempre veo a un defensa por delante del delantero. Se habla también de un penalti no sancionado, pero eso, a estas alturas, ya es hábito. Poco ha sacado este año el Español de sus enfrentamientos con el Valladolid: dos puntos. Zorrilla amedrentado por su histérico padre.

domingo, 21 de marzo de 2010

Español 2, Sevilla 0

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El Sevilla es un equipo explosivo. Sus laterales se abren paso echando chispas como un reguero de pólvora y en el área su delantera estalla haciendo añicos la defensa rival. Como es el equipo más televisado en libre, el aficionado de cualquier equipo conoce bien a todos los jugadores y sus respectivas cualidades. Y las admira. A veces más que a los dos grandes presupuestos de la liga. El martes anterior al partido de este sábado el CSK había aplicado al calor sevillano el hielo moscovita. Un control frío, una férula de helor en torno a la incendiaria creación de fútbol sevillista, y el equipo se estrelló tratando de prender fuego a un muro de hielo.
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Este era el único modelo que podía seguir el Español si quería aguar la pólvora del adversario. Condicionó mucho este partido el desgaste —físico y emocional— que sufrió el Sevilla ante el CSK. Sus barriles para hacer regueros incandescentes de fútbol llegaron medio vacíos. En la primera parte ya tuvo que realizar dos cambios: Sin Navas y sin Capel, el Sevilla se quedó sin la mitad de su fuego destructor. Y aunque Perotti realizó un partido sensacional, resbaló una y otra vez en el suelo helado de la defensa españolista (que algo debió aprender, si no del CSK, al menos de la gran nevada barcelonesa del 8 de marzo). Aun así, el Sevilla mantuvo una alineación impresionante. Controló el centro del campo con autoridad en muchas fases del partido, pero —felizmente para el Español— se contentó con ese dominio, perdida de vista siempre la portería de Christian Álvarez, que tuvo menos trabajo del que se suponía a priori. Aunque cuando las contadas ocasiones en las que le llegó, lo supo resolver con maestría.
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El Español fue un equipo un poco menos gélido que el CSK, pero mantuvo la frialdad necesaria para contener al Sevilla durante todo el partido, ofrecerles además —y pese al empeño del árbitro por cuidar a los andaluces más que a los locales— poco balón parado. Y salió al contraataque con verticalidad y belleza. Dos de esas jugadas vibrantes acabaron dentro de la red, y en otras tantas el balón prefirió salirse fuera. Osvaldo marcó los dos goles con la clase que el Español reclamaba para un delantero centro desde que Tamudo inició su súbito declive. Es el jugador ideal para este equipo. Sin él —como ocurrió en tantos partidos de la primera vuelta— el Español se habría retirado con un cero en su casillero. Los dos goles, por cierto, vinieron tras sendos soberbios pases de Fernando Marqués desde la banda, es el extremo —rápido, preciso, imprevisible— con el que los delanteros sueñan. Mayor inquietud presenta el estado de forma de Iván Alonso, que salió en el tramo final del partido —tal vez como una apuesta personal de Pochettino en favor de este jugador al que el Español no puede permitir que se pierda, frente a la grada que clamaba por Ben Sahar, que sólo estuvo calentado—. El estado de forma de Iván Alonso es malo: lento, llega tarde, no cubre, se desubica con excesiva facilidad y para colmo un encuentro fortuito con él lesionó a Javier Márquez, uno de los hombres claves de este equipo, al que no le sobran precisamente centrocampistas.
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Mención especial merece el partido que realizó por la banda derecha Francisco Javier Chica, que estuvo enorme tanto en defensa, preciso y contundente, como el ataque, sirviendo balones en todo momento y taponando pérdidas por el lateral. Dio un recital de fútbol, con clase, con estilo, incluyendo pequeñas acrobacias con pelota en los pies que sólo se permiten los que han sido contratados por muchos millones de euros. Recuerdo aún la primera vez que le vi jugar, en un partido amistoso televisado, ¿de dónde ha salido ese tal Chica que avanzaba con tanto desparpajo por la banda y se convertía en un auténtico sheriff del lateral? De la cantera, me respondió el amigo al que se lo pregunté. Lleva jugando con la camiseta del Español desde los diez añitos. Bienaventurada cantera. Luego Chica sufrió horrores cuando le cambiaron de banda, cuando le sentaron en el banquillo, cuando lo desdibujaron con defensas traídos fuera que no juegan ni la mitad de bien que él. Pero el fútbol también es así: no basta que uno lo haga todo bien, han de creérselo por arriba, y a veces han de hacer sus negocios. Pero cuando Pochettino le ha otorgado la confianza que reclamaba, Chica se ha convertido en el rey del lateral derecho. Alguien gritó anoche en la grada: «Chica selección», y los demás aplaudimos absolutamente emocionados. Chica es una de las palabras mayores ya de este equipo.
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